Mar mayor y Bizancio III

LAS RUTAS COMERCIALES DE BIZANCIO ENTRE GUERRA Y PAZ

CUANDO EL MAR MAYOR SE CONVIRTIÓ EN MAR NEGRO

3-EL FIN DE BIZANCIO Y LA VUELTA A OCCIDENTE

La expansión otomana seguía devorando los pocos territorios del Imperio bizantino. Sin embargo, en 1402 las huestes de la Sublime Puerta sufrieron un terrible descalabro por el ejército tártaro de Tamerlán, en el norte del país, lo que paró los ataques contra Costantinopla. Pese a las derrotas, los turcos intentaron otro asedio en 1422, que fracasó otra vez.

Fue el sultán Mehmet II en 1453 a organizar un nuevo y definitivo ataque contra la capital bizantina. El nuevo emperador, Costantino XI Paleólogo consiguío escasos refuerzos de Génova (soldados y 8 navíos), Roma (300 arqueros), Venecia (soldados y 15 naves), Aragón (1 nave y soldados), Imperio de Trebisonda, escasas tropas turcas y armenias del Reino de Karaman. En total poco más de 2000 hombres. Al mando de las tropas estaban Giovanni Giustiniani Longo, genovés, el veneciano Girolamo Minotto, el castellano Francisco de Toledo, quizás primo del Emperador, y Lucas Notaras, Mega dux bizantino. La guarnición catalana era al mando de Pere Juliá y Joan de la Vía, cónsul de la comunidad aragonesa. Desgraciadamente la colonia genovesa de Pera-Galata, al otro lado del Cuerno de Oro, mantuvo una neutralidad oficial, ratificada por el cónsul Angelo Lomellino, facilitando así las maniobras del ejército otomano.

El asedio duró desde el 6 de abril hasta el 29 de mayo, cuando los turcos, derribadas las murallas, lograron entrar en la ciudad por la puerta de San Romano. Empezó entonces el saqueo de la ciudad y la masacre de los cristianos. Todos los estranjeros que no lograron escapar, fueron ejecutados junto a sus familias. El mismo emperador falleció en batalla.  Quinces naves cargadas de fugitivos lograron alejarse de la ciudad ensangrentada.

Pocos años después, en 1461 y 1467, las huestes otomanas lograrán conquistar también el Imperio de Trebisonda y, respectivamente, el Reino Turco–armenio de Karaman.

Desde entonces, casi convertido en un lago de la Sublime Puerta, el Mar Mayor será llamado Kara Deniz, es decir Mar Negro, porque el color negro en la cultura turca es también símbolo del Norte.

En cuanto a los armenios, la conquista otomana los arrinconó en ciertos lugares de la costa y del interior, donde seguirían desarrollando sus comercios y su espléndida cultura. Ya sabemos que, desgraciadamente, continuó el acoso a lo largo de siglos, hasta acabar con el genocidio llevado a cabo por las fuerzas armadas turcas a comienzos del siglo XX.

La conquista del Imperio Bizantino supuso para toda Europa y el Mediterráneo un verdadero desastre económico y político, cuyos efectos nos describe magistralmente el profesor Eusebi Ayensa de la Universidad de Girona, estudioso de historia y folclore griego, en una entrevista a la Biblioteca Virtual del Instituto Cervantes:

El eco de la caída de Costantinopla se difundió rapidamente por todo el mundo conocido… “

Para el mundo griego fue un amargo despertamiento, dominado por: “…La incredulidad ante la noticia de la caída y la esperanza de una futura recuperación…”

Además, no hubo un frente común contra la avanzada turca, pese al anuncio de Cruzada del Papa Calixto III, en 1455.

“…empezaba una época de gran inestabilidad para Europa que…tuvo que soportar durante siglos el ataque marino y terrestre de los otomanos en su afán de expansión hacia Occidente, un afán parado solo en parte con la batalla de Lepanto.” (1571)

Finalmente, muchos intelectuales bizantinos refugiados en Occidente contribuyeron al desarrollo del Renacimiento, sobre todo en Italia:” …Y de los cuales el más conocido es sin duda el cardenal Besarión, ayudó en gran medida a la difusión de las letras y la cultura clásica y bizantina en Europa…”.

Mientras que Venecia se aferraba desesperadamente a muchos de sus enclaves griegos, concentrando mayor volumen de comercio con Siria y el Egipto de los Mamelucos, para los genoveses eran de vital importancia sus tráficos mercantiles en el Mar Negro y en el Ponto Anatólico, por lo que intentaron entablar relaciones con los otomanos ; sin embargo las dificultades aumentaron desde 1467, con la caída del reino de Karaman, así , perdidas sus escalas y el acceso directo al Mar Negro, Génova tuvo que enderezar una gran parte de sus rutas  comerciales hacia el Mediterráneo occidental y el Atlántico, donde el desarrollo de sus actividades económicas era mucho menos consolidado.

A su vez, el reino de Aragón desplazó sus rutas comerciales internacionales hacia el Atlántico o el Mediterráneo Sur, lo que favoreció, sobre todo tras la Reunificación Española, los viajes de descubierta hacia el Continente africano y, más tarde, hacia las Américas.

Otra consecuencia indirecta fue la reconquista del Reino de Granada (1492), llevada a cabo por los Reyes Católicos de la nueva España unida, aterrorizados por la pujanza islámica.

El Imperio de Oriente queda hoy entre los grandes olvidados de la historia europea. Así como el Mar Negro, el Caucaso, el Mar Caspio, esos desconocidos de los cuales estuvimos separados a lo largo de siglos. Al revés, antes de las conquistas otomanas y de la Rusia zarista, lugares como Tana, Caffa, Sinop y Trebisonda eran tan familiares a los oídos de los europeos occidentales, haciendo las debidas proporciones, como hoy son Nueva York, Rio de Janeiro, Nairobi, Singapur o Sidney.

Recorrer los caminos de los mercaderes y exploradores occidentales de la Edad Media entre Mar Negro y Mar Caspio, o a lo largo de las antiguas rutas caravaneras es una experiencia inolvidable que nos proporciona la descubierta de pueblos, lugares y tradiciones, que, pese a siglos de olvido, a buen derecho pertenecen a nuestra historia.


Nando Pozzoni